Danzas

San Vicente

El conjunto de danzas de San Vicente de la Sonsierra conserva doce danzas diferentes y un pasacalles. Las danzas locales tienen su origen en la Cofradía de San Pelayo, creada aproximadamente del 1631. Los danzadores venían antiguamente desde esta población cercana (hoy desaparecida tras el asalto de las tropas francesas) bailando y acompañando la imagen del Santo. La recogían en la “cueva”, situada en la Piedra de San Pelayo y la traían hasta la iglesia del Castillo de San Vicente para luego devolverla a su lugar de origen.

Desde que se tiene constancia oral del grupo de danzadores, los componentes eran íntegramente de sexo masculino A partir de 1964, el grupo de danzadores lo integraron personas de ambos sexos, cuatro chicos y cuatro chicas, flanqueando siempre aquellos en los extremos del grupo a las féminas

Las danzas son un elemento imprescindible en las fiestas de la localidad, en una tradición que se ha conservado hasta nuestros días con plena vigencia.

Briones

Briones cuenta con una gran riqueza folclórica que ha podido conservarse hasta nuestros días gracias al entusiasmo de la juventud y al celo de los instructores.

La danza masculina data al menos del 1561, como se sabe documentalmente. Se compone de varios troqueados (Contradanza, El rey que rabió, La paloma, La guerra de Cuba, La Zaragozana, Para atrás, Debajo pata, Las Pasadillas, La Enredada, El Muerto, Los Oficios, El Castillo (1), El Chino y El Junco) que se bailan por ocho danzadores y un cachiburrio, siendo este el que guía y marca las distintas calles y pasos del troqueado.

La jota de Briones puede ser interpretada por doce o dieciséis componentes, todas chicas o la mitad chicos y chicas. Los pasacalles se bailan por todos los componentes del grupo, por parejas. El grupo femenino actual se fundó en 1992 y lo componen un total de dieciséis danzadoras, representando las siguientes danzas: La Jota de Briones, Rioja Alta, La Flor de Mansilla, Pañuelos, La bailadora, El Árbol y Arcos entre otras.

San Asensio

San Asensio ha conservado hasta la actualidad el interesante ciclo de danzas que se interpretan a principios de septiembre en honor a la Virgen de Davalillo. Este conjunto de danzas se compone de un amplio repertorio de interpretaciones como la almendrita, el castillo, los troqueaos, los cuatro, el pasacalle, el del hombro, el del culo, la contradanza, etc. Estas son llevadas a cabo por ocho danzadores varones, dirigidos por el cachiberrio, más el palero.

Destaca La danza de arcos, la cual es interpretada portando cada danzador un vistoso arco confeccionado con una vara de mimbre adornada con guirnaldas y flores de papel de diferentes colores. La estructura coreográfica es muy compleja y comienza bailando en dos filas enfrentadas, con los arcos hacia arriba; luego, de igual modo, pero con las herramientas a ras de suelo; posteriormente, el cachiberrio va trasladando a las parejas de danzadores una por una de adelante atrás, describiendo ondas por arriba y por debajo de las otras parejas. Seguidamente forman una cadena que, dirigida por el cachiberrio, dibuja espirales para pasar a construir una bóveda de arcos.

Los danzadores acompañan también las procesiones que se realizan hasta la ermita de Davalillo, realizando diferentes pasos durante toda la romería.